Todos los caminos conducen a Roma
Dicen que septiembre siempre es un mes de muchos cambios. En México pasa algo muy extraño en este mes: las placas tectónicas tienden a reacomodarse, y cada año, como si fuera un mandato, comienzan los sismos. Pero este "sismo" no se refiere al planeta, sino a mis adentros, ya que soy un signo nacido en el elemento tierra, desde el punto de vista astrológico.
Pero bien dicen que si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. Jorge Guízar, mi amigo de toda la vida, siempre me decía eso. Quizás el plan del cosmos siempre es mejor de lo que imaginamos y merecemos, sin embargo, nuestro ego no permite visualizarlo. Uno siempre sabe cuándo una etapa ha terminado, pero a veces nos aferramos tanto a personas, situaciones y lugares por miedo a lo desconocido; porque salir de la zona de confort requiere valor, y la tarea de conocerse a uno mismo no es fácil. Enfrentarse al mundo sola, implica declararte como parte de un plan maestro en el universo.

En todo momento me sentí reconfortada porque mi amiga Alejandra siempre estuvo al tanto de mi viaje; ella vive aproximadamente a cuatro horas de Roma y se tranquilizó al saber que estaba acompañada por alguien que hablaba español. Le dije que sólo me quedaría esa noche en Roma, pero así como Roma no se construyó en un día, es imposible recorrerla en tan poco tiempo. Roma es una ciudad antigua, pero cosmopolita, indiscutiblemente.

En lugar de un día me quedé cuatro días en Roma. Transitaba a veces en solitario y otras veces acompañada por Sebastián, Luis y Romina. Ésta última fue encantadora en todo momento, a pesar de lo agotada que estaba de su viaje, me acompañó a disfrutar de una deliciosa pizza mientras contemplábamos la Fuente de Trevi, y me contó sobre su travesía por Europa. Ella es una chica peruana, es muy alegre y creo firmemente que la capacidad de escuchar es relativamente proporcional al tamaño de tu corazón, y creo que Romina tiene un enorme corazón, su paciencia conmigo fue excelsa.
Las calles romanas estaban llenas de luz por las noches. Caminar por el Trastévere (al otro lado del Tíber), junto con Sebastián fue realmente gratificante. Hablar con un completo desconocido y poder decirle cosas que quizás no compartirías con alguien cercano, es muy liberador. Las conversaciones sobre nuestra infancia, nuestros éxitos y fracasos, desnudar el alma y sentirte libre en otro rincón del mundo, fue realmente sanador.
Roma no me quería dejar ir, así que con gusto, le destiné un día más solamente para conocer el corazón del Vaticano: La Capilla Sixtina. La visita fue algo agotadora, pero vale la pena mirar el arte de Michelangelo Buonarroti, es soberbio (tutto bene).
Hay algunos que dicen que todos los caminos conducen a Roma. Y es verdad cuando Elizabeth Gilbert dice que las ruinas son el camino a la transformación.
Roma non è stata costruita in un giorno
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